Mí Calabozo querido, un nuevo cumpleaños tu villa ha llegado, con el calor sofocante por las quemas que azotan las sabanas.
Cuando se acerca el verano voy recordando.........
al Calabozo de ayer cuando por aquellas noches la gente bella del pueblo sudorosas y cansadas a los templos acudían para dejar sus plegarias, que quedaron en páginas de la historia silenciosas....olvidadas.
Más...aquí estoy yo todavía, que te he llevado muy dentro, y en mi memoria voy tejiendo un manojo de vivencias inolvidables,cosas lindas de mujer enamorada.
Allí, en el porche del tinglado, junto a mí amado lo esperaba, bajo la luna de Enero, con su fulgor y raudal que nos arropó dulcemente.
Hacia el Oeste de tu calle se divisaban los dorados arreboles de la tarde, embellciendo la Catedral de nuestro llano, su antigua Plaza Bolívar, con jardínes de trinitarias, cayenas y sus palmas.
Fue de piedra mi calle, de mechuzos y candiles mortecinos, la del viejo malecón y tertulias familiares, que arrastraban el alquitrán, y se contaba leyendas del Carretón y Zanqueros, y el alambrado de púas cual potrero.
Sobre la calle que va y viene el transeúnte, caía pertinaz torreanciales aguaceros, rebozando charcos y alcantarillas, que fue hermosa algarabía de mis polluelos....que jugaron con barquitos de papel, soñando con las gotas de rocío, en su inocencia niñez.
En tu legendaria calle estuvo siempre El Correo, sustento maravilloso, fortaleza de mi ser, de aquellos tiempos remotos, de las postas correístas del buzón, y los carteros, de las mulas y carretas y valijas bien repletas, resalto la geografía, para distribuir las cartas en los pueblos y ciudades, nacionales y extrajeras.
Y en tu calle me tengo cuando veo el Ateneo, orgullo calaboceño, relicario del llanero, cuna del poeta Lazo Martí, el más grande de la llanura inmensa.
Y termino contemplando un regalito de Dios; una frondosa arboleda, un manantial primoroso, que es el Parque La Aguada, la de la muchachera.......
Hoy a mis 84 años, sigues siendo tú, mí Calle 4, un terroncito de azúcar, con sabor a primavera, que en la casa montonera tomo cuando me levanto mi sabrosito guarapo.
Y ante todo, mi oración de cada día y espero con alegría mi prole y su muchachada.
Para tí, mí Calabozo, cuando se apague mí voz y el corazón se detenga, te dejo mis sentimientos más puros de mí amor y el alma entera.......
Teresa Amelia Gamarra Rico
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